Una fiesta en el jardín y un puñado de niñas disfrazadas. Cuando alguien se da cuenta de que Daisy no está en casa ya es muy tarde. ¿Desde cuándo no la ven? Había demasiada gente. Los vecinos, los amigos de los niños, sus padres... ¿Quién la vio por última vez?
Los padres y el hermano de Daisy se ven en apuros para responder a las preguntas del inspector Adam Fawley que, con tantos casos similares en su memoria, trata de no extraer conclusiones precipitadas sobre la responsabilidad de los padres en la desaparición de la niña de ocho años.
Es muy probable que alguien no esté contando la verdad. Y eso empieza a hacerse más y más evidente con las declaraciones de la familia y sus conocidos ante la policía. Contradicciones, respuestas sesgadas y silencios incómodos salpican su discurso. De entrada, el caso es por desaparición y eso implica que, desde la llamada de los padres a la policía para denunciar la ausencia de la niña, se está librando una guerra contrarreloj. Cuanto más tiempo pase, menos probabilidades hay de encontrarla con vida.
El matrimonio Mason está formado por Barry y Sharon, que también tienen otro hijo; Leo. El padre y la madre de Daisy tratarán de despejar las dudas que sobre ellos se ciernen a medida que avanza la investigación, pero con cada giro de la trama, una nueva sospecha aparece y todas parecen confluir en los padres. Ni tan siquiera la relación entre ellos parece del todo libre de sospecha, de modo que no nos extraña que Leo se vaya a convertir en una persona de interés por la policía, que trata de aproximarse a la verdad a pesar del obstáculo que supone una familia con tantos secretos.
La relación de Daisy con su hermano y con sus amigas también dará trabajo a los agentes encargados de encontrarla. Tal vez incluso haya que remontarse al pasado de algún miembro de la familia para encontrar pistas que esclarezcan cómo era realmente la vida de la niña antes de desaparecer.
Nos vamos a encontrar con mucha información extra en esta novela; transcripciones de las declaraciones, tuits vertidos por conocidos y desconocidos, artículos de prensa... La autora salpica la narración con todo tipo de información para hacer más efectiva la inmersión del lector en la historia. Y lo consigue. Además son un fiel reflejo de lo que sucede realmente cuando acontece un caso similar en la vida real. Los comentarios de unos y otros y el debate público al que da lugar la desaparición de un menor en el que todo ciudadano se siente con la autoridad suficiente como para opinar sobre la familia, difundir teorías, acusar e incluso difamar sin pruebas a quienes consideran culpables mucho antes del juicio.
Si desgrano más la historia, os la voy a estropear. Está llena de secretos por parte de casi todos los personajes y os va a encantar porque, después de haber sospechado de todos, la autora no defrauda y ofrece a cada uno una historia siniestra de fondo. Pero lo mejor será cuando lleguéis al final y descubráis qué ha ocurrido con Daisy. ¡Yo no lo sospechaba! Me ha sorprendido y encantado el final.
Cara Hunter no permite que el lector baje la guardia ni un solo segundo. Tampoco hay lugar para el aburrimiento ni para el bloqueo con esta lectura. Trepidante, inquietante y realmente absorbente, ¿Quién se ha llevado a Daisy Mason? ha sido una de mis mejores lecturas de este año.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Hola! Leí este libro en mayo y también me gustó mucho. ¡Nos leemos!
ResponderEliminar¡Me alegro mucho de que te haya gustado tanto!
Eliminar¡Nos leemos!
Pienso comprarme este libro próximamente gracias a tu crítica. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué bien!
EliminarEspero que lo disfrutes tanto como yo.
Un saludo y gracias por tu comentario.