A poco más de un kilómetro del centro de un pequeño pueblo llamado Hartsboro, en Vermont, hay un terreno que linda con el bosque. Un sendero lleva desde el terreno hasta el pantano y solo un pequeño y viejo remolque servirá de refugio a Helen y Nate mientras construyen allí la que esperan que sea su casa. Ambos han decidido mudarse desde la ciudad al campo, dejando sus trabajos y acomodadas vidas para cumplir el sueño de crear desde cero el que será su hogar, desechando la idea de comprar cualquier otra construcción que ya hubiera sido habitada y optando por hacer su propia casa tal y como ellos la imaginan.
El terreno viene con historia. Una de la que, en un principio, nadie quiere hablar demasiado. La leyenda de una mujer llamada Hattie Beckenridge que habitó aquellas mismas tierras y a la que se acusó de brujería. El oscuro destino de Hattie y su legado en forma de historia de terror parece haber marcado a los habitantes del pequeño pueblo que mantienen vivo el recuerdo de Hattie a golpe de superstición, anécdotas y hasta un poco de miedo.
El proyecto de Helen y Nate empieza, como toda nueva aventura, con muchas expectativas e ilusión. Saben que renuncian a mucho marchándose de la ciudad y dejando sus trabajos, pero aún así vemos cómo se van deshinchando poco a poco y los roces derivados del cansancio, la incomodidad de la vida en el remolque y las diferencias de opinión aumentan a medida que avanza la novela. Pero como lectores estamos convencidos al pasar las páginas de que las tiranteces entre Nate y Helen están en gran parte alimentadas por la sombra que sobre ellos proyecta la leyenda de Hattie y cómo les afecta de formas muy distintas. Si bien Helen, profesora de historia, siente una atracción irresistible por conocer más sobre la mujer acusada de brujería que encontró un funesto final en las tierras en las que ahora levanta ella su hogar, Nate se muestra mucho más escéptico a la hora de dar crédito a alguno de los episodios que Helen dice haber vivido y que cree que están relacionados con Hattie.
Hay un tercer personaje del que no desvelaré su identidad que es fundamental para el desarrollo pero sobre todo lo es para el desenlace. Acompañamos a través de la lectura a distintos personajes y un narrador omnisciente en tercera persona nos sumerge en la acción. También hay algún que otro salto en el tiempo, pero para nada resulta complejo y la autora logra que el relato se vuelva más y más adictivo a medida que se descubre la verdad sobre Hattie y su descendencia.
La construcción de la casa es el hilo conductor. Sirve a la autora para dar nombre a las distintas partes de la novela que a su vez están divididas en capítulos claramente identificados con el nombre del personaje que lo protagonizará. Desde "Los cimientos" hasta "Los acabados", la narración se apoya en el proceso de construcción y nos habla de los avances que la pareja hace en el trabajo mientras el resto de acontecimientos se arremolinan alrededor.
La invitada es una novela de tintes oscuros. Se fragua a fuego lento y está salpicada de sucesos inquietantes que hacen dudar al lector sobre la naturaleza de algunos de los acontecimientos vividos por los personajes. El interrogante sobre si hay algo de verdad en la leyenda de Hattie, sobre si se sigue apareciendo a los lugareños o si en realidad es todo fruto de la sugestión supersticiosa es un punto de partida fascinante sobre el que los hechos y la investigación de la protagonista irán dando respuestas.
Una novela que ofrece una perspectiva muy diferente sobre las casas embrujadas. Nate y Helen no se mudaron a una edificación con misterios y sospechas de fantasmas; ellos están construyendo su hogar en un lugar habitado por una fuerte presencia, ya sea en forma de fantasma o en el imaginario colectivo local. Es casi imposible querer etiquetar de un solo género esta historia. Con un terror muy sutil que adopta la forma de pequeñas perturbaciones en la vida diaria; en cosas que se pierden, otras que cambian de lugar, imágenes que creemos ver por el rabillo del ojo... Una historia contemporánea sobre una pareja que decide construir, literalmente, una vida muy distinta a la que ya tenían. Una novela de misterio que parte de una leyenda y se va desenredando hasta dar con la verdad. McMahon ha tejido una narración que atraviesa géneros y nos engancha sin que nos demos cuenta, con descripciones del paisaje muy acertadas que, sin ser demasiado extensas, logran ubicarnos con precisión entre la bruma del pantano tratando de discernir la realidad de la ilusión.
Jennifer McMahon es ganadora del Premio Internacional de Escritores de Novelas de Suspense. Es autora de otras novelas que se convirtieron en best sellers como Island of lost girls, Promise Not to tell y The winter people.
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