Quien no haya oído hablar de esta novela quizá sea porque ha estado muy alejado de este planeta los últimos meses. Y aun así, creo que en la Estación Internacional, allá en el espacio, también han estado debatiendo sobre el debut como novelista de Christina Dalcher.
Voz es un thriller distópico envuelto en una bruma de mensaje protesta que pretende llamar la atención sobre esas “pequeñas cosas sin importancia” que acaban por hacerse grandes mientras pasan inadvertidas hasta que ya es demasiado tarde para frenarlas.
"Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada."
Edmund Burke
Se nos presentan unos Estados Unidos del futuro, pero no pensemos en muchos años hacia delante porque hacen referencia al anterior presidente como “el primer presidente negro”. Creo que este es uno de los recursos de la autora para que no nos desviemos y contemplemos la historia como algo tangible. Ideas radicales sobre conceptos como la pureza, la religión e interpretaciones tergiversadas del papel de la mujer en la historia y en la sociedad, llevan a millones de americanos a sentenciar el futuro de la mitad de la población al permitir con sus votos llegar al poder a los máximos representantes de este movimiento que reduce a la mujer a un mal necesario para la reproducción, el cuidado de los niños y el hogar.
"Si alguien me hubiera dicho que podía cargarme al presidente, el Movimiento Puro y a ese desgraciado de LeBron en una sola semana, no les habría creído. Pero la verdad es que no habría discutido mucho. No habría dicho nada.
Me he convertido en una mujer de pocas palabras."
Christina Dalcher, Voz
Puede ir más allá Christina Dalcher y arrancar esta historia un año después de que todo se volviera aún más increíble. Aproximadamente un año después de que nuestra protagonista, junto al resto de mujeres del país, fuera obligada a portar un brazalete contador que limita el número de palabras que puede pronunciar a 100 al día. Una palabra más y la descarga la dejará inconsciente.
Soy consciente de lo impactante que resulta la idea de no poder decir más de 100 palabras al día y entiendo que este extremo haya despertado el interés de la comunidad lectora. Pero debo decir que a mí, lo que me ha removido no ha sido solo el hecho de no poder hablar. Ha sido la prohibición de escribir, de leer, de pintar, de cantar, de navegar por internet, de ver películas sin manipular por el gobierno, tomar decisiones de peso en el ámbito familiar, opinar, trabajar… Francamente creo que este libro no plantea solo la privación de comunicación a las mujeres, sino que reduce su existencia a la mínima expresión prohibiéndoles “ser”.
La historia está contada en primera persona por la neurolingüista Jean McClellan, que junto a su marido, sus tres hijos y su hija, trata de adaptarse a una situación que la abrasa por dentro. Más por la pequeña Sofía que por ella misma. Cuando el hermano del presidente sufre un accidente de esquí y necesitan su colaboración para revertir la grave afasia que padece, se abre un camino que deberá decidir si tiene el coraje de recorrer. Será entonces cuando descubra que tal vez no sepa toda la verdad sobre el proyecto. ¿Y si para dar el paso definitivo en sus propósitos necesitaran algo que solo ella fuera capaz de proporcionarles?
"No los odio. Me digo a mí misma que no los odio.
Pero a veces sí."
Christina Dalcher, Voz
Voz es una novela de las que arañan por dentro. Quizás es por el hecho de plantear la situación de una forma tan sutilmente realista, desde el punto de vista de alguien que ha ido viendo (más bien no queriendo ver) cómo se transformaba todo a su alrededor. Pequeños e imperceptibles cambios al principio. Intangibles. Unas ideas, unos símbolos, unas palabras que suenan mal… Algunas protestaron, se manifestaron. Pero no fue suficiente. Un torrente imparable había invadido el sistema nervioso que conformaba la sociedad y para cuando algunas despertaron de su letargo, ya era imparable. Voz escuece porque te hace preguntarte si serás tú una más de ese grupo aletargado que no es capaz de percibir el peligro. Te hace preguntarte si despertarás tú también de tu letargo cuando sea demasiado tarde.
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