lunes, 26 de junio de 2023

LA CHICA QUE VIVE AL FINAL DEL CAMINO | Laird Koenig

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La chica que vive al final del camino es la segunda novela de Laird Koenig y fue publicada en 1974. Poco más de dos años después se estrenaba en la gran pantalla protagonizada por una Jodie Foster de catorce años. ¿Qué tiene esta novela que la convierte en una obra de culto, muestra imprescindible del gótico americano?

La tensión narrativa, discreta y latente a lo largo de toda la novela, se presenta como uno de los rasgos más notorios de una historia que tiene a una adolescente como protagonista. El autor nos presenta a Rynn celebrando a solas su cumpleaños. Acaba de cumplir trece años y es prácticamente una desconocida para sus vecinos, pero poco a poco se va revelando frente a un lector que trata de atar los cabos de su historia. De la que le cuenta a los demás y la que vamos entreviendo como la realidad, encerrada en un sótano oscuro al que Rynn no nos deja entrar en un principio.

“Era una noche de las que le gustaban a la niña. Estaba frente a la ventana aquel último día de octubre, y observaba el mundo estremecerse al filo del invierno. El viento frío sacudía los tallos de las flores muertas del jardín y arrancaba las últimas hojas de los arces, arrojándolas a la oscuridad como jirones de papel negro. De un tirón, la niña corrió las cortinas y ocultó la noche”.
Laird Koenig, La chica que vive al final del camino

Como si nos encontráramos frente a una obra de teatro, asistimos al desfile de varios personajes por la casa. La propietaria del inmueble, en el que Rynn y su padre viven de alquiler, pasará por allí tratando de imponer su autoridad a una joven que no dará su brazo a torcer tan fácilmente. El hijo de la casera también hará aparición la misma noche que arranca la novela, la víspera de Halloween, para provocar una escena incómoda, de peligro latente, ante la que el lector no puede hacer más que parapetarse junto a Rynn y esperar a que se marche. Un agente de la ley también terminará por aparecer haciendo las averiguaciones oportunas ante la sospecha de que algo no funciona bien porque nadie ha visto en un tiempo al padre de la niña. Este ir y venir de personajes es muy importante para crear un clima de desconcierto en el lector, que viene acompañado de una desazón provocada por el hecho de que estas visitas se nos antojan intrusiones, como si la presencia de los adultos resultara amenazante más que tranquilizadora teniendo en cuenta la presunta vulnerabilidad de Rynn. Solo habrá un personaje que no percibamos como una presencia peligrosa para la joven y aún así, va a provocarnos incomodidad por unos motivos u otros. Tal vez por lo rápido que Rynn le cuenta sus secretos o porque estamos demasiado contagiados de la desconfianza de Rynn y ahora seremos nosotros quienes desconfiemos de quien ella parece fiarse.

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El entorno casi idílico, esa casa al final del camino con un hermoso jardín en una zona próxima al mar en la que todo parece apacible y tranquilo es el escenario perfecto para que uno de los rasgos de la literatura gótica americana haga su entrada: lo horribles que pueden ser las cosas que suceden al abrigo de los hogares en los barrios que menos sospechas despiertan. Así es como los terribles secretos de Rynn se encuentran ocultos bajo una trampilla que lleva a lo desconocido y cómo los hechos más turbios que están por llegar tendrán como escenario la misma casa. Se percibe hasta ser casi palpable la sensación de que algo no va bien tras aquellas paredes, que el mal se esconde bajo ese techo, pero a la vez ese mal parece haber encontrado el escondite perfecto.

"La noche, una presencia viva, se hallaba en perpetuo movimiento, cambiaba, suspiraba, respiraba. Rynn se preguntó si quizá también ella, la noche, estaba tratando de entrar en calor".
Laird Koenig, La chica que vive al final del camino

Rynn es un personaje que despierta sentimientos contradictorios. Como lectores adultos no podemos evitar sentir algo de inquietud por su situación. ¿Dónde está su padre? ¿Por qué estamos convencidos de que la versión que ofrece a todo el que le pregunta no es cierta? No deja de ser una adolescente aparentemente sola, sin la protección de un adulto que vele por sus intereses, que la obligue a ir a la escuela, que le prohíba fumar cigarrillos y que la integre en el sistema. Por otra parte, a medida que la conocemos no estamos tan seguros ya de que realmente necesite a alguien, puede que pueda cuidarse sola. Pero lo que descubriremos de ella, los horrores de los que parece ser capaz nos asustan. Y se convierte en un personaje afilado con el que sentimos que debemos tener cuidado.

Solo los que se atrevan a descubrir la verdadera historia de Rynn, que recomiendo muchísimo además en esta edición de Impedimenta traducida por Jon Bilbao, serán capaces (o no) de emitir su propio juicio al cerrar el libro.

Laird Koenig nació en Seattle en 1927. Estudió Literatura y Psicología en la Universidad Estatal de Washington, trabajó como publicista en Nueva York y se mudó en la década de los 60 a Los Ángeles, donde comenzó a trabajar como guionista. Escribió su primera novela, The Children Are Watching (1970, de próxima publicación en Impedimenta), en colaboración con Peter L. Dixon, y la obra saltó a la gran pantalla en 1978 con el título Attention, les enfants regardent, producida y protagonizada por Alain Delon. Su segunda novela, La chica que vive al final del camino (1973), también fue llevada al cine en 1976 con el título en español de La chica del sendero, protagonizada por Jodie Foster, Mort Shuman y Martin Sheen. Actualmente vive en Santa Bárbara.


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