Aunque esta novela se publicó por primera vez en 1996, no ha sido hasta su edición aniversario llevada a cabo por Alrevés Editores, cuando ha caído en mis manos y no he podido resistirme a la promesa de una trama trepidante y una venganza que, esta vez sí, se sirve fría.
Fernando Marías, nos presenta una historia en forma epistolar. Una extensa carta dirigida a Delmar, comisario que llevó a cabo la detención del emisor, Corman, un delincuente que además perteneció a una misteriosa Corporación, de la cual se desvelará su misión a lo largo de la novela.
Corman no perdonará nunca que se le privara de su libertad y usará todos los recursos a su alcance, para que Delmar pague el precio que el mafioso considera justo por el agravio cometido contra él.
Sobrecoge la horrible planificación y ejecución perfecta de un plan, cocinado durante 16 años que tiene un calculado final como colofón.
"En primer lugar, voy a darle aquello por lo que luchó inútilmente tanto tiempo: una confesión de mi vida criminal. Léala con atención aunque no la comprenda en su totalidad. Su lectura le mostrará la verdadera magnitud de mi profesión, condición necesaria para que dé absoluto crédito a lo que vendrá después: la narración precisa de los complejos pasos de mi venganza, que culminará muchos años después de mi muerte con este papel. Porque cuando termine de leerlo, al filo de la medianoche del 24 de diciembre de 1990, usted se matará, Delmar. Irremediablemente, llevado de la misma amargura que guió mi decisión, usted se suicidará."
Fernando Marías, Esta noche moriré
La lectura casi no permite el descanso. El relato es tan intenso que resulta muy difícil aparcarlo para más tarde. Fernando Marías crea en el lector la necesidad de descubrir qué sucederá al final, pero también cómo va a conseguir Corman aquel final que persigue y que vaticina sin resquicio de duda.
No hay que olvidarse de la trama secundaria, La Corporación, a la que pertenecía Corman y que facilita los instrumentos necesarios para la venganza. La idea es atractiva por sí sola y constituye ya un clásico dentro de las teorías de la conspiración más elaboradas. Su funcionamiento y fines son tan oscuros como creíbles. Sin artificios superfluos se presenta ante nosotros uno de esos misterios que tan solo por su realismo y lo poco que requiere que lo creamos, impacta de una forma magistral.
No sería justo para el lector desvelar nada más sobre los acontecimientos que se suceden. Únicamente puedo avanzar que no defrauda. Para aquellos que, como yo, no hubieran leído esta novela antes, es más que recomendable ya no solo leerla, sino hacerse con un ejemplar para su biblioteca. Merece la pena porque además de ofrecer una lectura más que interesante, supone una definición perfecta del concepto de venganza, como pocos escritores han conseguido. Fernando Marías ha destilado el rencor, el odio y toda oscuridad asociada y nos entrega el resultado en frasco pequeño, como toda buena esencia.
Fernando Marías (Bilbao, 1958), recibió en 2015 el Premio Biblioteca Breve con su obra La isla del padre. Con su novela Cielo abajo, dirigida al público juvenil, consiguió el Premio Anaya 2005 y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2006. Entre sus obras más destacadas en este ámbito se encuentran también Zara y el librero de Bagdad (Premio Gran Angular 2008) y El silencio se mueve.
La luz prodigiosa fue adaptada por él mismo y llevada al cine bajo la dirección de Miguel Hermoso en 2002, con gran acogida y reconocimientos internacionales. Además, en 2012, Daniel Calparsoro llevó al cine otra de sus obras; Invasor.
No podemos hablar de Fernando Marías sin hacer referencia a Hijos de Mary Shelley, plataforma de la que es impulsor junto a otros escritores, artistas y creadores y de la que emergen creaciones relacionadas con la literatura, la fotografía y el teatro.
La luz prodigiosa fue adaptada por él mismo y llevada al cine bajo la dirección de Miguel Hermoso en 2002, con gran acogida y reconocimientos internacionales. Además, en 2012, Daniel Calparsoro llevó al cine otra de sus obras; Invasor.
No podemos hablar de Fernando Marías sin hacer referencia a Hijos de Mary Shelley, plataforma de la que es impulsor junto a otros escritores, artistas y creadores y de la que emergen creaciones relacionadas con la literatura, la fotografía y el teatro.
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