lunes, 7 de julio de 2025

QUÉ NIÑA TAN LISTA | Helena Echlin

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Charlotte y Pete son padres de Stella, una niña con necesidades y capacidades muy particulares, una pequeña con una sensibilidad, una inteligencia y un comportamiento que exige atención constante, intuición y paciencia. Cuando Blanka, la niñera de Stella, muere en circunstancias extrañas, algo se rompe definitivamente. Poco a poco, Charlotte empieza a notar cambios en su hija. Primero sutiles, apenas perceptibles. Luego más claros, más inquietantes. Su forma de hablar, de moverse, de mirar. Al principio son solo episodios que extrañan a Charlotte en los que parece que Stella ha modificado su comportamiento, preferencias y costumbres, pero más tarde sentirá como si dentro de la niña estuviera creciendo otra persona. Como si Blanka no se hubiera ido del todo.

"Las primeras señales fueron sutiles, mucho, pero definitivamente algo se instaló en ella
y fue creciendo con el tiempo".
Helena Echlin, Qué niña tan lista

Charlotte, embarazada de su segundo hijo, no tiene respuestas, pero tiene algo más fuerte: una certeza. Su instinto le grita que esa niña, su hija, ya no es realmente su hija. Lo más perturbador es que nadie más parece notarlo. Su marido, su entorno, todos la miran como si exagerara, como si su embarazo o el estrés le jugaran malas pasadas. Y ella se va quedando sola en esa sospecha que también le parece imposible pero que la atrapa en una historia que se vuelve más y más oscura. Porque no hay sustos ni giros forzados: hay gestos, rutinas, pequeños cambios en lo cotidiano que erosionan poco a poco la percepción de la realidad hasta evidenciar que algo está profundamente mal.

La novela avanza con pulso firme, creando una atmósfera densa, y a medida que aparecen nuevos y desconcertantes personajes, el relato se enrarece aún más. No diré quiénes son ni qué papel juegan, porque merece la pena que los descubráis por vuestra cuenta.

El desenlace es uno de sus grandes aciertos: brillante, certero, perfectamente ejecutado. Cierra la trama, pero abre un abanico de interpretaciones posibles. Un final que deja huella y da pie a la relectura mental, esa que sigue días después de haber terminado el libro.

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Tengo especial debilidad por los narradores poco fiables y Charlotte encarna esa voz con gran acierto: en ocasiones la percibimos como víctima, en otras como heroína. Pero lo que más dudas nos genera es si su intuición como madre está en lo cierto o si solo es una persona al borde del colapso. Y en esa ambigüedad está parte de la potencia de la novela.

Brillante el enfoque del instinto materno como algo oscuro, casi salvaje. No hay aquí una maternidad idealizada, sino la cara más cruda, solitaria y a veces incomprendida de la crianza. En eso, Qué niña tan lista me ha recordado a El instinto, de Ashley Audrain, una novela que también me marcó y cuya reseña podéis leer aquí.

"Recipientes vacíos. Tal vez sea eso lo único a lo que deberíamos aspirar a ser nosotras, las madres".
Helena Echlin, Qué niña tan lista

La prosa de Helena Echlin es precisa, ágil y muy eficaz a la hora de crear atmósfera. No hay excesos ni adornos: cada escena está al servicio de una tensión creciente, cada diálogo carga con una doble lectura. Sin duda, seguiré de cerca lo próximo que publique.

Qué niña tan lista es la primera novela de Helena Echlin, que ha escrito para The Guardian y Times. Es profesora de escritura de ficción en el Departamento de Educación Continua de la Universidad de Oxford.


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