Cuando el agente Hamed y su nuevo compañero Onsi son destinados a la estación de Ramsés aún no saben que el caso que les aguarda allí será diferente a todos los anteriores. Si bien todos los asuntos relacionados con el Ministerio de Alquimia, Encantamientos y Entidades Sobrenaturales son siempre apasionantes y requieren de una mente abierta a encontrarse con seres y hechos fuera de lo común, en esta ocasión, los agentes van a necesitar toda su pericia, valentía y tal vez algunos colaboradores para resolver este enigma.
No cabe duda de que algo ocurre en el compartimento que los agentes visitan. El director de Seguridad y Mantenimiento de la Red de Tranvía ya había alertado a los agentes de que algunos viajeros fueron atacados por una entidad desconocida en él y que, por seguridad, el vagón se encontraba fuera de servicio. No será hasta que los agentes se encuentren cara a cara con la entidad que lo posee cuando se convenzan de que van a necesitar ayuda para cerrar el caso y liberar a la presencia que lo habita.
La maldición del tranvía 015 es una clásica historia de detectives que incluye algunos de los clichés del género, como es el hecho de que un experimentado agente se acompañe de un joven que inicia su andadura en la profesión y que posee cualidades que complementan las de su compañero. Pero esta novela corta es una llamativa ucronía que ubica al lector en un Egipto plagado de dirigibles, autómatas, seres mágicos y además nos sumerge, sin que nos demos cuenta, en la cultura araboislámica. Más que interesante es cómo incluye el autor a los djinn, esas entidades propias de la mitología árabe que han ido perdurando a lo largo de los siglos sufriendo adaptaciones para sobrevivir en creencias posteriores. Seres mágicos que en este relato tienen una presencia protagonista y cuyo paso a nuestro mundo de la mano de Al-Jahiz supuso el salto de Egipto a una modernidad que la convirtió en una de las principales potencias mundiales.
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